La cocina del infierno 

Cocinar puede ser un placer, pero cuando tu cocina alcanza los 50 grados apetece un poco menos hacer un cocido. Estamos bastante contentos con la casa, pero la cocina siempre ha sido uno de sus puntos flacos. De hecho, hemos notado, al menos en este barrio, que las casas nuevas ya no se hacen como antes. Antaño la organización de las casas era bastante diferente.

En la casa de mis padres, por ejemplo, hay una cocina grande con un buen ventanal y sus estores para cocina. Es un espacio para estar, no solo para cocinar. En las últimas tres casas en las que he estado, sin embargo, las cocinas son solo para cocinar. He visto algunas casas de amigos que no son ni eso, apenas tienen un par de fogones y un fregadero y son armarios reconvertidos en ‘cocinas’.

Parece que lo que dicta la modernidad a este lado del mundo es ganar más espacio en el salón o en las habitaciones restándoselo a la cocina, entre otros espacios. Se supone que la gente prefiere comer en el salón, no como antiguamente que se comía en la cocina… al menos yo siempre lo hice así.

Sea como sea, al margen del pequeño tamaño de mi cocina en relación al resto de la casa, tengo que decir que se trata de una cocina que da al sur con lo que recibe luz durante todo el día. En invierno es una maravilla, sobre todo cuando más frío hace, pero en cuanto llega la primavera la cosa se complica y mucho. Lo que hacíamos el primer año era tener siempre bajada la persiana. Luego, al final del verano, colocamos el ventilador, porque en esa parte de la casa no llega el aire acondicionado, pero no ha sido suficiente.

Al final, hemos optado por colocar unos estores para cocina de tipo screen que cumplen dos funciones. Por un lado, evitan en buena medida la entrada de calor atrapando los rayos ultravioletas, pero no son opacos de forma que no tenemos que encender la luz que era la que había que hacer con las persianas bajadas. Y a ver si nuestra cocina del infierno se vuelve un poco más confortable.