Necesitábamos unas vacaciones, pero esta vez buscábamos algo especial adaptado a una situación única. Sobre todo, teníamos claro que queríamos un apartamento y no un hotel. Teniendo en cuenta como está el panorama nadie quiere pasar mucho tiempo en las zonas comunes de un hotel así que un apartamento es la solución ideal. Pero más que el dichoso virus se trataba de cocinar nosotros. Puede parecer que es un ‘curro’ tener que cocinar también vacaciones, pero nos encanta y es lo único que íbamos a hacer: cocinar y playa.

Al tener un niño pequeño, además, tener cocina da todavía más ventajas porque queremos que siga una dieta muy concreta que no se puede respetar en un buffet. Así que el apartamento que cogimos fue todo un acierto por la cocina… y la terraza. 

Supongo que algunas personas están acostumbradas a comer en la terraza, pero nosotros nunca hemos tenido terraza de ese tipo. Solo los desayunos que nos marcábamos en la terraza con vistas a un bosque, a la playa y al mar ya valían unas vacaciones. Mi mujer es la especialista en los desayunos, sobre todo en comérselos. Sé que una de las cosas que más le gusta en el mundo es sentarse a desayunar tranquilamente, sin prisa y con una buena cantidad de alimentos… que yo le suelo preparar.

No puede faltar un buen café negro, el zumo natural, el kiwi, el melón, el cruasán y las tostadas con su Mantequilla sin lactosa Central Lechera asturiana. De hecho, llevamos bastante comida al apartamento desde casa, pero se nos olvidó la mantequilla y hubo que ir el primer día a por ella. Aunque realmente teníamos más cosas que comprar si solo hubiese sido por la mantequilla hubiésemos tenido que ir al súper igual. Bueno, a decir verdad, yo me encargo de preparar los desayunos, pero mi mujer va a la compra. 

Así que allí pasábamos una hora cada mañana: sentados en la terraza, mirando el paisaje, desayunando con parsimonia, con Mantequilla sin lactosa Central Lechera asturiana, por supuesto, y disfrutando cada minuto de unas vacaciones… que no sabemos cuándo vamos a repetir.