Aprender a hacer manualidades 

Dicen que el confinamiento ha permitido a muchos padres ‘conocer’ a sus hijos. En mi caso me ha servido para ‘reconocer’ a mi hija. Ya pasábamos muchísimo tiempo juntos antes de la pandemia y durante el encierro hemos pasado todo el tiempo juntos: trabajar, comer, dormir y jugar. Dicho así no parece un mal plan, sobre todo cuando estás con la familia, ¿no?

Lo que sí me ha servido estas semanas de encierro ha sido para intentar aprender muchos juegos y actividades nuevas. Cuando solo tienes que jugar un par de horas al día con tu hijo no tienes que pasarte la vida innovando, pero si es todo el día, debes transformarte un poco en educador, profe y de todo un poco. 

Una vez pasados los primeros días nos dimos cuenta de que necesitábamos más juegos. Y cómo no había manera de comprar en tiendas, mi mujer se convirtió en una especialista en comprar todo tipo de juegos por internet. Mi hija está en una época en la que se divierte mucho con las manualidades y hubo que ponerse las pilas con eso: compramos cordones trenzados, cartulinas, pinturas, tijeras y demás para satisfacer sus deseos.

Tengo que decir que yo nunca disfruté mucho de las manualidades. Hay una anécdota que lo puede corroborar. A finales del colegio en la clase de plástica debíamos entregar un proyecto, una especie de castillo hecho con palillos y cartulina, etc. Pues bien: yo pagué a una compañera que se le daba muy bien el tema para que me hiciera el proyecto. Lo hizo un poco mal para que pareciese que lo había hecho yo claro… pero no demasiado mal para poder aprobar.

Pero ahora no puedo pagar a nadie para que juegue con mi hija y me toca manipular los cordones trenzados, las cartulinas, los aros y demás artilugios para hacer figuras, dibujos, cometas y mil cosas más. Me ha resultado sorprendente lo entretenido que puede llegar a ser hacer cosas con las manos. A ver, si no fuese por la niña yo no me metía en esto, pero es más llevadero que ver por enésima vez el mismo capítulo de Bob Esponja