Entre botineras

Nací y crecí en el barrio de Tetuán en Madrid, pero en mi casa siempre se habló con acento argentino. Por el trabajo de mi padre mi familia vivió unos años en España coincidiendo con mi nacimiento. Pero a mí siempre me dijeron que lo de España era algo temporal, y aunque se extendió más en el tiempo de lo que estaba previsto, finalmente nos fuimos a Buenos Aires.

Yo llegué con 15 años, justo cuando empezaba a interesarme por el mundo del modelaje. Tenía buena planta y buen cuerpo y, aunque está mal que yo lo diga, también soy bastante guapa. Pero para modelar lo más importante es la altura… y de eso voy sobrada: mi madre jugó al baloncesto varios años y yo heredé.

Como modelo en Argentina me fue bien los primeros años, pero me costó relacionarme con las compañeras. Hay mucha competencia y yo no le he llevado bien. Tal es la envidia que muchas deciden operarse desde bien jovencitas. Pero una cosa es hacerse una lipoescultura y otra operarse los pechos, los labios y hasta el trasero sin haber cumplido los 20 años.

Y luego llegó el tema de las botineras. En Argentina se llama así a las mujeres que salen con futbolistas… “por la plata”. Algunas se dejan querer por si surge algo y otras van directamente a por todo confiando en cazar a alguno. A mí también me gusta salir, estoy en la edad, y he coincidido con muchos jugadores en discotecas, pero suelo tratar de mantener las distancias.

Hace un año y pico tuve un mal momento laboral, no me llegaban desfiles ni sesiones, así que mi agencia de representación me dio algunos “consejos” que me dejaron loca: primero me hablaron de algún retoque físico. Yo ya había hecho una lipoescultura de muslos pero no estaba dispuesta a operarme las ‘lolas’, como dicen aquí. Eso nunca. Pero ya cuando me dijeron que si me veían con algún famoso o futbolista sería bueno para mi carrera, me fui y rompí el contrato. Cambié de agencia y ahora me vuelve a ir bien, sin necesidad de meterme en escándalos.